lunes, 4 de enero de 2010

Día #21 – 18/09/2009: Yanghsuo – Guilin – Longshen – Ping’An


Hoy madrugamos y sin desayunar nos dirigimos a la estación de autobuses de Yangshuo. Al llegar preguntamos por un autobús a Guilin y rápidamente nos indican uno. Pagamos 15Y/persona que cuesta el billete y guardamos las maletas en el maletero. El trayecto son dos horas largas aunque se nos hace corto porque aprovechamos para dormir. Llegamos a la estación de trenes de Guilin, pensándonos que habíamos llegado a la estación de autobuses. Después de preguntar, nos comentan que los autobuses a Longshern salen desde otra estación que está a unos 10 minutos andando, así que nos dirigimos hacia allí. A los pocos metros, encontramos un hombre que primero nos ofrece ir a Yangshuo, a lo que respondemos que queremos ir a Ping’An. Nos comenta que sí, que también venden billetes de autobús a Ping’An. Le preguntamos el precio y nos dice 50Y/persona. Nos parecen caros pero como vamos cargados, los compramos. La verdad es que nos parece muy extraño, ya que el chiringuito que tienen montado parece muy turístico y en ningún lugar pone Pin’An o Longshen. Nosotros todavía no lo sabemos, pero estamos siendo protagonistas de un timo. Pagamos los 100Y y el hombre nos indica que le sigamos. Empezamos a andar y a los 5 minutos le preguntamos que a dónde vamos. Él nos sigue indicando que le sigamos, hasta que finalmente nos paramos en la acera, en un lugar indeterminado y nos dice que esperemos.

Como justo delante hay un supermercado, aprovechamos para comprar algo para el desayuno, unas Oreo y unos panecillos (12Y), mientras nuestro guía improvisado nos pregunta de dónde somos y bromea con jugadores conocidos de fútbol. Finalmente llega el autobús, cargamos las maletas y nos subimos. Como siempre, arriba nos encontramos con la persona que cobra los billetes, aunque no le pagamos porque nuestro guía ya ha hablado con ella. Todo es muy raro.

Continuamos con el autobús hacia el norte y entre cabezadita y cabezadita, nos avisan que tenemos que bajar. Miramos a fuera, y estamos en medio de una carretera. Al bajar, recogemos las maletas y la chica que cobra los billetes nos indica que nos subamos en otro bus más pequeño. Cuando subimos a este autobús, el hombre que cobra los billetes, nos da una tarjeta donde dice que el precio son 7Y/persona. Le explicamos que ya hemos pagado todo el trayecto a Ping’An y le enseñamos el recibo que llevamos, pero nos dice que no es válido. Intenta buscar un teléfono para reclamar, pero no hay ninguno escrito en el recibo. Con gestos nos indica que nos han timado, así que le pagamos el billete algo disgustados, ya que nos damos cuenta del timo. Además, el hombre, que nos está tratando muy bien, nos indica que el precio de Guilin a Longshen son 27Y y no 50Y, que es lo que hemos pagado. En fin… visto desde la lejanía, parece ridículo, ya que en realidad nos timaron 5€… pero en aquellos momentos nos sentimos bastante impotentes ante la situación de engaño.

Además, antes de llegar a Ping’An el autobús paró para que pagáramos la entrada al pueblo de los arrozales, que son 50Y/persona. En un principio, nos negamos a pagarlo, ya que fuimos los únicos de todo el autobús a los que hicieron pagar entrada, y no lo podíamos entender. Bueno, es lógico, solamente lo cobran a turistas, pero lo hacen de un modo muy descarado. Después de estar un rato discutiendo, finalmente les pagamos los 100Y y el autobús prosiguió su camino hasta las puertas de Ping’An. Bajamos del autobús y aquí, tuvimos que volver a enseñar nuestro ticket de acceso obtenido en la parada anterior. Descansamos cinco minutos para relajarnos y observar el paisaje con las terrazas de arroz excavadas en la montaña.

Cuando nos ponemos en marcha, varias mujeres con cargadas con un porta equipajes de fabricación casera con ramas secas, nos ofrecen llevarnos el equipaje hasta el pueblo. Como ya nos sentimos bastante estafados por hoy, lo rechazamos amablemente todas las veces, que no son pocas, hasta llegar a un puente tras el cual no nos acompañan. Nos da la sensación que a partir de ese punto ya no pueden ofrecer el servicio. Con las maletas a la espalda subimos pasarelas estrechas, escaleras de piedras y montañas plantadas de arroz. El lugar es mágico, aunque caminar con las maletas no es muy cómodo, así que buscamos alojamiento.

Encontramos un par de sitios que no nos acaban de convencer, así que proseguimos nuestro camino. Hace mucho calor y estamos sudados. Todos los turistas con los que nos cruzamos nos dan ánimos al vernos con las maletas. De hecho, subimos tanto, que sin darnos cuenta alcanzamos el primero de los miradores, el de la luna y las 7 estrellas. Decidimos parar y observar el paisaje.

El lugar es espectacular, aunque parece que no hay ningún hotel cerca, así que volvemos a bajar. Finalmente, encontramos una casa donde vemos un cartel que dice “Hotel”. Entramos y la familia de la casa está comiendo. Nos enseñan la habitación. Es sencilla y básica, pero está limpia y hay agua caliente, así que decidimos quedarnos. La casa es toda de madera y notamos una inclinación en el suelo de la habitación. Nos piden 70Y por la noche, pero finalmente queda en 60Y.

Les preguntamos si podemos comer algo, ya que son más de las 14:00 y casi no hemos desayunado. Nos prepara tortilla francesa con tomate y arroz en caña de bambú (33Y). Subimos a la habitación y estamos tan cansados que nos quedamos dormidos.

Cuando nos despertamos, cogemos las mochilas y nos vamos a pasear por los arrozales. Ya casi no quedan turistas, solamente los que se quedan a dormir en el pueblo, así que se está muy tranquilo. Primero vamos al mirador número 2 y después al mirador 1. El camino es espectacular, entre arrozales y por caminitos estrechos. Nos cruzamos con un grupo de mujeres Yao y por 8Y nos enseñan su pelo largo hasta los pies. Nos hacemos algunas fotos y bromeamos con ellas. Desde el mirador 2 nos quedamos observando la obra de ingeniería de unos campesinos hace más de 700 años. Es espectacular y precioso. Realmente ha valido la pena hacer noche en este lugar. De camino al hotel ya empieza a anochecer y nos cruzamos con mariposas, libélulas, gallinas, gatos, perros… vaya… animalillos en general.

Regresamos al pueblo por un camino de piedra muy agradable y decidimos quedarnos a cenar. Cenamos arroz cocinado al fuego dentro de caña de bambú, ya que es el plato típico del lugar y nos encanta. Lo acompañamos con ternera frita y unas patatas hervidas casi crudas. (52Y) De camino a nuestro hotel compramos unas galletas y un par de botellas de agua (14Y). Somos los únicos huéspedes en nuestro hotel, así que más tranquilidad, imposible. Además, desde nuestra habitación se ve todo el pueblo. Hoy el día ha sido muy largo, así que nos damos una ducha reparadora y nos vamos a descansar.

Para ver todas las fotografías de este día sigue este enlace o, este otro para verlas como presentación.

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